viernes, 9 de septiembre de 2016

NERUDA Y EL PADRE

¡Ay quién diría que pienso con amor
cuando pienso en mi padre
y pienso en Neruda y no los comparo
como a la torre Eiffel y la torre de Pisa.

Quién, quién va a asentir
cuando lea que yo decía, gracias a él
que inteligencia también era
no tener prisa para hundirse en la dicha
de conocer la voz del silencio
de tocarle los labios al nombre más callado
que para más señas tenía nombre de mujer
y rezuma leche fría, de las leches la más fría

Ay, y sin embargo ¿quién iba a a creer?
que fue tonto cuando huyó de la voz
que me alumbró
siendo que interpretó el mapa del tesoro
de la sincopa
afán y silencio copulando
en los engranajes de la melodía
quién iba a creer que arrodillado
ante el ídolo destruido, él, el iconoclasta
había erigido el altar que Babel
nunca reconoció como suyo
la lengua del amor y su fuente
la música

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