EL SUEÑO DE LA JUEZ
Supe que era
un sueño cuando desperté y maldije y rabié de no seguir allí, confuso ¿Era reo,
alguacil, espectador, fiscal, tu marido?
Todo un
concilio de rostros ceñudos; las obras de Kafka sobre el tribunal. Presidiendo
tú con tu rostro hermoso. Un castillo, un martillo, un padre, un insecto y una
gran pantalla de algarabía; tú no llamabas a silencio: Te vestías de luz y de
hojas de marihuana y mofas que viciosos se hacían y se deshacían y te fumaban y
te les reproducías en mil formas: Reina, rata, policía, monja, niña, vaca,
momia, muñequita, cerdo, cucaracha y quedabas finalmente solemne en toga y
radiografía de tangas y una sonrisa inocente y pura que refulgía autoritaria. Llamaste
testigos: Magistrados, presidentes, curas, moralistas, filósofos, anarquistas,
analistas, columnistas, estadígrafos y a todos despachabas ¡falsos testigos! Está la letra, falta el espíritu. Entonces
desfilaron putas, proxenetas, jíbaros, ladronzuelos, traficantes, pícaros, y
todos dijeron: Queríamos desarmar la luz
del prestigio y obtuvimos el agua destilada del escarnio y el sufrimiento pero
nos la inyectamos con morfina de
escándalo. Y los despachaste: Falta
de credibilidad por sonambulismo. Entonces vinieron vagabundos y
pordioseros, médiums, predicadores, mimos y payasos: Reímos con sonrisa franca y sencilla, vivimos; nos engañamos como nos
engañaron, pero lo hacemos con verdad; enseñamos la calavera... El último tema
no me sirve, dijiste, Apelación a
tema extraño. Entonces subieron al estrado bandoleros, matarifes,
pistoleros, Explo-trynitis, dinamiteros
y explicaron: El norte de amar está en
Marte, son uno/la sangre, el viaje y el origen/para orden desorden, para agua
río.
Ay, malhaya
copa, sollozaste, se agrió nuestro vino. Entonces plumas y pétalos de rosa
hicieron nube y descendieron hasta tus pies y una gota mojó la letra: La-la-la, la clavera-a-la-vera-sea/la-la-la
la que cala/ con la música me quedo y restallaste un látigo que se hundió
en mis ojos.
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