DE LOS TRABAJOS, DE LOS SUEÑOS Y DE LOS
PREMIOS
(Una aproximación crítica a propósito de
los subsidios a los artistas)
Decía la reconocida crítica y editora
Margarita Valencia (cfr. “los libros” Radio señal Colombia – marzo 15-15), a
propósito del libro “Todos los sueños del mundo”, una edición antológica y
bilingüe de la obra de dos de los poetas más famosos del siglo XX, Fernando
Pessoa y Porfirio Barba-Jacob, que era, acaso, el libro mejor editado de 2014,
y lo decía con conocimiento de causa, tal vez por la combinación de autores, de
temas, lenguas y la curiosidad anticuaria que provocan las copias fascimilares
de textos y documentos dejados por los autores, muchos de los cuales vuelven a
ver la luz después de estar relegados en el olvido de los archivos
institucionales o de las vanidades baladíes de las colecciones de hemeroteca;
pero no es verdad tanta belleza.
El vértigo de la vida contemporánea del
cual acaso tienen culpa la desdeñosa decisión del homo demens de seguir montado en el rayo de luz –o sin
luz- del devenir, cierto como está de que de la vida, como los árboles, sólo caen
sus hojas, más la Vida continúa inexorable e ineluctable sin negar, entre
pesadumbres y desconciertos, sorpresas y novedades a granel a sus viajeros
hacia ninguna parte.
A jerónimo Pizarro, compilador y traductor
del libro en cuestión, como vivo ejemplo de la última generación de escritores
cuya madurez se ve venir en podrida decadencia de arte y asombro, le sucede lo
que a todos los que se han metido en el río de una carrera literaria creyendo
que van a salir de él mojados con el oro de la fama, es decir del
reconocimiento, y para ello, buscan con ahínco ser tenidos en cuenta por los
mass media, sin darse cuenta de que caen
en las fauces de un monstruo que los devora y regurgita en un rumio de
frivolidad y hastío informativo; y es que, el principal efecto de ese vértigo
es el olvido, por una parte, de lo antiguo y tradicional digno de ser tenido en
cuenta a la hora de crear, y lo deleznable y desmañado por la otra, a la hora
de transmitir como resultado.
Pero acaso los antecedentes de tales vicios
y defectos esté en el desconocimiento y uso por ósmosis o imitación de las
costumbres que inauguraron el movimiento enciclopedista e iluminista como
despertar de la “industrialización de la cultura”: La paga al escritor por
línea y al traductor por página. Fue así como a los Hugo, Balzac, Zolá, se los
convirtió en adalides de la extensión del camino en el papel, pero con el sudor
y las lágrimas del talento, del genio, de la búsqueda apasionada. Claro, la
afectación remilgada de sus vidas cortesanas, inundada de la ansiedad del
aprendiz que se inicia en la construcción de los simulacros, el múltiple
requerimiento de agasajos, conspiraciones y proyectos en nombre de la igualdad,
la libertad y la fraternidad, les exigía que su disponibilidad crediticia exhibiese cierta exuberancia. Hoy con la
mutación de los protegidos por el mecenazgo, el delfinato o las intrigas de
corte hacia el cultivo de la licitación concertada, la proyección o planeación
por créditos de influencia o el lobby de pseudo-ilustrado Vs. Burócrata, la
figura del estafador del Estado tiene en el escritor al dandi-filipichín que a
punta de cerbatana de dardos de Twitter, redes sociales y socialidad de clubes
exclusivos o exclusividades bohemias, mantiene su vida de pícaro con un cierto
grado de elegancia y solvencia. El ladrón de cuello blanco al menos es experto
y profesional en finanzas, economía y procesos de gestión. Y es que, una cosa
es notar cómo, por ejemplo, un Henry James o un Gustave Flaubert ponen el alma
de su arte en páginas y páginas que pagan con creces el tributo al esfuerzo y
la pasión, y otra admirarse y valorar a un Roberto Calasso quien en sus obras
deja notar, mediante el ordenado y esforzado recuento de citas, obras,
conceptos, antecedentes, en las cuales se pueden encontrar hasta tres citas y
referencias por página, del trabajo intelectual; la disciplina profesional, la
vocación, que son los rasgos perdidos de un oficio, de una profesión, de un
rango social cada vez más prostituido y usurpado. Es por eso que la dialéctica
planteada ´por el conocimiento que entre lo académico y lo comercial se debate
en tres momentos irónicos y asombrosamente positivos: Yo soy el Estado (tesis),
Yo soy el genio (antítesis); Yo soy la verdad (síntesis). La paradoja irónica
se resuelve en que la academia como reservorio del espíritu sólo permite que se
queden en ella quienes saben hacer del ritual de la guerra de egos una humildad
resignada que sólo muy de vez en cuando
permite que una perfecta armonía entre espíritu y ego se dé como genio para
producir conocimiento genuino y de calidad que contribuya a la realización de
la especie. El resto, por una parte los genios, se resignan a asumir su sino y
emprender el camino hacia donde quiera que su armonía o su locura los lleve;
por la otra, los egos que no conciben que el principio de placer se resuelva
por otros medios que no sean la voluntad de poder se van a medrar donde la
política se hace esclava de los caprichos de la Historia, entendida como la
fuerza que ejerce en las masas una
dinámica misteriosa para la cual la sociología y la psicología ofrecen
herramientas que pretenden racionalizarla.
Así, el trabajo de Jerónimo Pizarro apenas
deja traslucir la voluntad burguesa de mediar con la humildad disimulada del
gestor entre la vida individual con sus vacíos y penurias y la vida social con
sus oropeles y mentiras. Quizás esa nueva generación de escritores no conozca
la definición que hace un autor a propósito del malditismo de Baudelaire y su
contraste con los nuevos usos industriales del arte: “El bohème es o un artista
sin talento, es decir, para usar la expresión de Balzac, una superficie
comercial, o bien un artista de talento que no ha sabido explotar su superficie
comercial” (Casagne, Albert. En, La folie Baudelaire. Calasso, Roberto).
¿Podríamos decir que nuestro escritor, Sr.
Pizarro, es un sufriente del dandismo, por el hecho de que su uso de la
vocación de escritor se ve deslucida por la inevitable condición de posmoderno?
, es muy improbable, porque si nos atenemos a la definición de O. Paz “el
dandismo es la estética del desespero” y que no hace más que reiterar la
condición de aquellos que <<son
demasiado grandes para ser cínicos>> o como <<grandes aristócratas
de la decadencia>> y que, al estilo Chateaubriand, se entregan a las
exigencias de su superficie comercial, pero no tan siquiera para afianzar su
talento, sino tan sólo para mantener la exacerbación erótica que decae en
molicie y hastío, el verdadero cinismo de los modales de cofradía; sólo el
tiempo lo dirá si es que, conscientes de que es tal la melancolía del pasado
irrecuperado e irrecuperable, hacemos algo que, dentro del carácter general de
banalización de la cultura, de un nuevo esplendor que no sea el exclusivo de la
lujuria tecnológica. Por ahora, creo que sólo podremos decir que nuestro
escritor y traductor en cuestión, por la resignación inadvertida a la falta de
historia de pueblos como el nuestro, de “alcurnia humana” se reitera en una de
esas “declaraciones de principios contra el buen sentido que los franceses
saben hacer para que Europa se entere del spirit que le conceden[a ese buen
sentido] y no tenga que temerlos” y que en este caso, el primer mundo no hace
más que mirarnos con condescendencia (irónicamente la traducción del español al
portugués de los poemas de Barba-Jacob del co-autor, es, a nuestro modo de ver
impecable).
Para
muestra hemos escogido una serie de botones de las traducciones que en “Todos
los sueños del mundo”
ITZO* (Original de Fernando Pessoa) ESTO
(Traducción de Jerónimo Pizarro)
Dizem que finjo ou minto Dicen que finjo o miento
Tudo que escrevo. Não. Siempre que
escribo. No
Eu simplesmente sinto Yo
simplemente siento
Com a imaginação. Con
la imaginación.
Não uso
coração
No uso el corazón.
Tudo o que sonho ou passo, Lo que sueño o me
pasa,
O que me falha ou finda, Lo que fallo o termino,
Sobre outra coisa ainda Sobre algo
que adivino
É como que um terraço Es como una
terraza
Essa coisa é que é linda. Y es ese
algo que es lindo.
Por isso escrevo em meio Por eso escribo
lejos
Do que não está ao pé, De lo que
me rodea,
Libre do meu enleio, Libre
de titubeos,
Sério do que não é
Serio aunque no lo vea.
Sentir? Sinta quem lê!
¿Sentir?, ¡Sienta quien lea!
Nuestra Traducción
Nota aclaratoria: Nosotros no conocemos el
idioma portugués y acaso haya alguien que nos convenza de que nuestra
ignorancia ha sido más que atrevida. No obstante, el gusto desarrollado por la
música del verso bien logrado, la creación nueva que implica la traducción y su
esfuerzo, y la sensibilidad que implica querer hacer algo bueno, nos permite
tomar el riesgo.
Los primeros versos no tienen “pierde”
Dicen que finjo o miento
Siempre que escribo. No
Yo simplemente siento
Con la imaginación.
No uso el corazón
Todo lo que sueño o me pasa
Lo que me falla o termina
Es como lo que aterriza
Sobre otra cosa que anida
Esa cosa que divina en lo lindo linda.
Por eso escribo en medio
De lo que está al pie
Libre de mis enredos
Serio aunque no me deje ver
¿Sentir? ¡Qué me sienta el leer que me lee!
*(Sic) El término correcto es ”ISTO”
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