sábado, 7 de enero de 2012

CORRUPCIÓN Y PODER

Del mismo modo que cuando un hombre no encuentra en su entorno o con sus pares la gallardía debida es porque hay mucha mediocridad que quiere mantenerse en cubierto, así mismo cuando un hombre sale airoso al defenderse con argumentos válidos y sólidos de una institución que le pone en entredicho, es porque en su entorno social hay tanta corrupción que lo mejor de lo peor brilla como la escoria que arrastra algo del oro del crisol en donde se le depura.
Tal parece que es lo que sucede con funcionarios de rango medio (que no empleados: el empleado se em-pelea con una tarea, acaso con una ideología, bajo la promesa de un salario y una carrera, el funcionario cumple una función dentro de un sistema bajo el estímulo de participar del orden jerárquico del poder para servir a la especie) como el gerente de la CAR en Bogotá, que ahora pasa a ser gerente de la Empresa de Acueducto. Su argumento, tan sólido como sencillamente válido de que ‘le tocó pagar una multa millonaria ordenada por la procuraduría por manejos irregulares como gerente de la mencionada Corporación Autónoma Regional porque –según él- Bogotá (la hermana mayor) daña y la corporación (subordinada) debe arreglar. Pero que la corrupción aparentemente se entronice a manera de tiránico caos (pues eso es lo que sucede entre las monstrencas instituciones de Estados que pierden su idealidad buscando funcionalidad científica) es también un signo; como cuando en los tiempos pre-cristianos en que los excesos de una rústica justicia en ciernes, es narrada en la Biblia como desafueros y desordenes de reyes voraces con un millar de concubinas (y eso que eran de un linaje predestinado desde el mismo Dios que dio el decálogo que prohíbe matar y codiciar la mujer del prójimo), de hermanos que pueden ajusticiar a setenta miembros de su mismo clan en una sola jornada por una venganza baladí o por un trono inestable y mísero como en el caso del linaje de David con personajes como Saúl, Salomón y David mismo. Pero todas esas permisiones se sucedían mientras llegaba el designado para poner el cambio de equilibrio para el pueblo. Así, la joven historia del embeleco tecno-capitalista (y no es que pretendamos la vuelta a los tiempos trogloditas de magias y maravillas sino el enderezar las metáforas a las cosas mismas que también tienen su dinámica, sus modos y sus sugerencias) está evolucionando hacia el “Mesías” natural-cognitivo que hará de las ideologías un evangelio de rituales políticos.

Villamaría enero 4 de 2012

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