Una mierda, triste o contenta, nadie la pisa;
Si acaso, alguien se fijará: Ve, por qué tan
contenta
y le regalará una sonrisa.
Pero también, a veces nace una flor de una mierda
y todo el mundo se admira, de la flor, no de la
mierda.
Igual, puede ser que una mierda se disfraza de
flor
hasta que un poeta la mastica
y el poeta no dice, como todos: Ay, mi suerte, he caído
sino que se esfuerza e imagina [en el sabor de una mierda.
que podría ser poesía, la naturaleza de la mierda,
que tener alma podría y, al comerse una mierda en
flor
embarazarse podría y tenerle hijitos, o al menos
ser el primer poeta al que una mierda le cuidó sus
últimos días
con amor, sabiendo que una vez los despojos en
familia
ella lo evocaría meneando el crespo-en-el-culo de los ídolos
cuando al bajar al conciliábulo de pequeños
aprendices de brujo
ya viejos, que sólo aprendieron a convencer
jovencitas
de que el amor verdadero es un maleficio
autodestructivo
y entonces, por qué no, darnos conservación mutua
en modo plastinación de cursi moral y trofeos de academia.
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