Es muy sudada la saudade
hermana lejana de
la morriña
y siempre tan
masculina,
pues, si mujerona,
sería melancolía
o nostalgia, ese
vaho adormilado
perezoso y
zurumbático que no se digna,
digamos ante la
zorra plácida
-aunque no esté en
la guarida-,
pues pierde lo que
ante la niña:
el resorte que se
hace gatillo de la bala
que aunque se
encasquille
tiene siempre
enfrente el blanco:
la obra de caridad
que nunca es una
conquista.
II
Mientras tanto,
en la cola de mis misterios y afanes
se lían
los no me jodas,
no preguntes, melancolía
que cuáles
cuadros, que qué películas
recortadas y sin
sentido, nostalgia
o neuralgia del
cono de luz oscura
mi coño no
responde a tus gentilezas, disculpa
yo tampoco entiendo
esa mierda
de cuando hacen sus
fiestas las semillas
y no hay tierra ni
agua ni tiempo favorable
y entonces, tu
coges a tus zorras tristezas
y las cobijas en
tus tierras
hasta que nos
comemos a carantoñas
como morcillas,
pero un día
un rayo injusto
quiere partir mi árbol;
no has visitado una
floresta
pero algún tío
tuyo vino sin mostrar la tarjeta
hastío
y no tengo que
servirle, a menos
que me vaya con
gastos pagos hasta tus tonterías
que reciben a los
escogidos visitantes
con cálidos
ramilletes de balbuceos para derretir nodrizas
tu mamá está
ocupada horneando una porcelana fina.
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