martes, 15 de noviembre de 2016

ALBERTO MANGUEL O LOS MESSI LITERARIOS


   - Hermano, usted es un tipo peligroso

   - Pues, prefiero ser un tipo peligroso a ser un lambón sin ton ni son -dije,al tiempo que repuse- sin que eso signifique que no pueda llegar a ser un colaborador del sistema-

   - Bah, no, pero que gracioso -fue lo que atinó a decir mi amigo Cuchifleto Páez después de que, decepcionado, y para evitar mayores discusiones bizantinas, me dispuse a retirarme sin terminar lo que habíamos comenzado.

Todo empezó cuando mi amigo dijo que los árbitros de fútbol parecía que hicieran cursos de política internacional antes de hacerse árbitros, toda vez que con su actitud laxa y francamente cómplice con los jugadores y equipos grandes -en este caso Argentina-, exhibían a la perfección la metáfora de que "un botón basta de muestra a los demás, a la camisa": Si quieres jugar en el partido de la vida de la necesidad, tienes que aceptar que los grandes te irrespeten lo legal, y pues, eso era lo que a mi me indignaba; no que se me violara la ley, para eso era que la profesionalización exigía unos años de esfuerzo, un mucho de inversión monetaria y otro tanto de quebraderos de cabeza sopesando no el bien y el mal, sino la mecánica algorítmica del sistema.

Es por eso que me retiré a pesar de los ruegos de mi amigo Cuchufleto, el hombre es un buen tipo. Sólo que no quería verme abocado a explicarle profundidades que mas mal que bien le harían.

Entonces me recluí en mis aposentos y reflexioné. Fue cuando me acordé de la última indignación que pasé por alto por pura pereza; pero no una pereza de esas que se solaza con el ocio y el vagabundeo, sino una pereza de despecho; ¿Qué me voy a ganar si las reacciones se van a dar a mis espaldas y me moriré de la rabia calentándome  con soles subterráneos?

Esa indignación fue con ocasión de la exposición de -otro argentino- Alberto Manguel en la ceremonia de premiación del concurso de cuento "Gabriel García Márquez" cuyo premio fue para Luis Noriega con "Diez razones para desconfiar de sus vecinos". Allí, la crema y nata escritural aplaudió con fuerza -me estaría burlando de mí mismo si dijese que con rabia-  el discurso que a mi modo de ver, al leeerlo en el diario el Espectador, fue  una burla de lo más descarada, disimulada de buena intención. Resulta que don Alberto se creó una historia en la que desliza supuestamente un acto de rebelión cuando representantes de un pueblo de la Sierra Nevada -Arhuaco, seguramente- se negaron a devolver a la pobre bibliotecaria del biblio-burro (nótese la ironía: Gente pobre un poco más instruida, llevando libros a gente que no lee o lee poco y que en ocasiones lamentan no vivir su cultura ancestral) le libro clásico la Iliada pues "Esta es nuestra historia: vivir en medio de guerras incomprensibles, permitidas por dioses dementes y egoístas"

La verdad es que me pareció un guiño de lo más atrevido y falto de gusto, por menos de irrespetuoso ya que se vale de una clase sojuzgada, inferior, que no puede defenderse, para celebrarse entre iguales y con bofetón con guante de seda incluido, pues no sólo se atreve a inventar de este pueblo, que antes de considerar dioses dementes y egoístas -como no sea el hermano mayor- trata de estar en armonía con la Pacha mama y agradar a la armonía de los dioses naturales, sino que también presenta a su estirpe leyendo a los clásicos ingleses, combatiendo junto a ellos en el Japón, discutiendo a Montaigne e imitando a Maquiavelo por interpuesta persona del Ingenioso Hidalgo don Quijote: Armas y letras la definición contradictoria de la vocación del gobernante, pues acción y reflexión, guerra y diplomacia deben ser los distintivos regulatorios, todo burdamente justificado con la bondad propia del guerrero (válgame Dios, Héctor y Aquiles, Agamenón y Patroclo, guerreros de una era en que apenas se están dilucidando los principios éticos de justicia) que se conmisera con su enemigo, toda vez que ambos se ven contristados por el llanto y el duelo de perder a los suyos; el dolor mutuo pero no de la sangre que se contrasta y se hermana antes de hervir y ser derramada, sino la sangre que ya es morcilla de la tierra para que se la banqueteen los fantasmas...

Pero bueno, me decía para mis adentros, ¿no es acaso un guiño casi que privado, pues, si son pocos los que leen, son menos los que se dan por aludidos?

Igual que con Messi y su equipo, los analistas dicen que sólo Messi es un monstruo con el balón en los pies, pero de resto, los argentinos no tienen mayor cosa interesante; uno se pregunta, el señor Manguel es entre su clase, un monstruo, pero ¿hace con las letras lo que hace Messi con el balón; es un Messi literario? Acaso, no sólo en Colombia, en latino-américa, la crisis de la mediocridad ¿no es la epopeya literaria sino más bien, la e-popeye? Y nótese que peye es un vulgarismo colombiano que habla despectivamente de objetos sobre-valorados. Entonces, pues que don Luis Noriega se celebre y se solace con su premio, pues se lo forjó con españoles aunque se lo dieron colombianos.

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