SIN TÍTULO
Una niebla
cautiva de un fenómeno niño
se escapo un día
a cumplir con su
sino
descifrar el
alma de arboles misteriosos
recrear la
arquitectura de antiguos castillos
conversar de lo
santo y lo insólito con duendes
ordenar la lista
de oficios del día de hadas madrinas
se sentó luego
en la puerta de tu casa a fantasear:
¿cual será tu
gesto primero cuando divisas
de pronto el
valle de los miedos de cada día
de los sufrimientos de las risas
de los
cansancios por el salario del jadeo;
a cuál de los diablos
erigidos en dioses le descorres el velo
y le apagas la lámpara
votiva que encendiste en la noche
y ahora le
indicas que debe alumbrar ciego tu camino:
de que sedas o
encajes, de que tules te destocas los aperos
o acaso, como yo,
prefieres de la grupa de Morfeo prefieres
cabalgar en pelo;
a cual
favorecido dejas reina, viuda negra, vendedora,
mercaderista de
superfluos
aun en el trono
de tu lecho nutriendo su sangre de tu leche
destilado veneno
del último pretendiente pene-de-Lope
Penélope
Acaso néctar de Don
de Ángel que el hado combate
Medica, anestesióloga,
masajista, mandadera
con escarapela
escondida para oficios varios
debajo de es-criterios...
Un viento nuevo
del capricho se llevo, furioso, a la niebla
cayo la niebla
de todas las oposiciones
a una interpretación
de la realidad que iluminaba tinieblas...
En tanto la
bruja secretaria del diablo del control total
en trance de elegía
canta:
Un cañamazo
tenia para trabajar
el oprobio
general pero se me deshizo
y como ya
moderna no era sino contemporánea
su bola de
cristal en caucho y fibra óptica
dibuja en un
aire de imán sus victimas
y un corazón
ingenuo y una sensibilidad fiel,
un enjambre de sonámbulos
que no ha vuelto
a encontrar la fe en lo bueno
de la nube que protege
y delata con signos y pálpitos
y, en cambio, continúan
la brega hundiendo el remo
en ese Estigia
que indica que vadear ahora el camino de los infiernos
es sacar la moneda
de debajo de la lengua de los muertos;
sin embargo, ni
de Caronte ni de Hefestos ven las caras
que se burlan en
sus narices
y del Zika y
otros males aun más pequeños mosquitos
envían
mensajeros
y les cobran sus
ahorros y los montan en la rueda loca
de la fortuna
que reparte números pero además
ni pena ni
gloria.
***
QUIEN
Quien iba a
creer que fuera cierto que debemos
entregar las llaves
cuando ya estamos borrachos;
reconocer que
estamos locos
cuando no
resultan nuestros cálculos?
¿Quién iba a
creer en la verdad
de que no somos
tontos
cuando estamos
enamorados?
Sólo están
presos los ojos
de una ventana;
sólo cautivo el
sentido
de una armonía
y la melodía
dándose su
propio pentagrama;
masturbándose a
su antojo
sin que el papel
tenga que acudir
a notaría
donde los santos
avalen
valor y
plusvalía.
¿Quién iba a
creer que los abrojos
viajaran en
primera clase
cuando llevan el
pasaporte de la malicia;
quién los manda
a esconder el polvo
en el equipaje
de mano de la estulticia,
cuando mostrarse
-y darse-
como una flor de
la manigua
al pie seguro de
que lo pequeño
perdió el
sendero de la actualitas?
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