martes, 12 de abril de 2016

DE SAPERÍA Y CARTELES

DE SAPERÍA Y CARTELES
Si nombramos sin eufemismos y sin sofisticaciones a lo que sucede en el país con el “cartel del papel higiénico” y/o “el cartel de los cuadernos”, tendríamos que decir hay una “sapería” medrando en los círculos de poder, de modo que su “destape” en los medios da cuenta del proceso histórico por el cual las estructuras sociales están experimentando un cambio; en sociología esto se denomina coyuntura. Tal coyuntura está configurando una dinámica en la que una clase social que estaba en la sombra o en la periferia está ascendiendo en los cuadros de manejo de la sociedad.; lo curioso es que, contrario a lo que se podría pensar, no es la clase media la que está saltando desde su escaño a los cuadros superiores; es la clase baja que, mediante el gran esfuerzo que ha implicado mantener la democracia y los sacrificios de quienes, víctimas de la violencia, tanto criminal como del Estado, han soportado y superado sus heridas, de modo que, por uno de mecanismos en que como contraprestación y reparación por los daños causados, estos ciudadanos entran a formar parte de los cuadros administrativos mediante el “merito” de la preparación, del aprendizaje de valores y, lo más importante, la capacidad de “perdón y olvido”. Esto es un gran estímulo para el proceso que se vive en cuanto a conversaciones entre las fuerzas rebeldes y los líderes gubernamentales que, por un merecimiento que la misma dinámica histórica que permitió que una familia, con sus singularidades y contradicciones, sus adalides y excepciones, llevó al país del más rampante analfabetismo comunicativo y la más increíble orfandad cultural, a una de las potencias editoriales y culturales de Latinoamérica, llevará, como un hecho incontestable, a un miembro de esa misma familia a constituirse para la historia, en el hombre que hizo posible la PAZ en Colombia.
Aunque el hecho de que el descollar del país en el ámbito internacional como un país con gran desarrollo intelectual sólo se dé en unas cuantas personalidades y contadas inteligencias que influyen definitiva y apabullantemente en las relaciones internacionales, al menos en cuanto a una nación que busca –y encuentra- el despegue económico, lo que apunta a un gran país negociante; y aunque tal circunstancia muestra que aún el status dominante se mantiene en un nivel según el cual el ascenso de las clases bajas y medias requiere todavía de una gran toma de conciencia de que lo legal, lo esforzado, lo paciente, rinde frutos que no necesariamente están atados a una sensación de ahogo innecesario, ni a una supeditación esclavista o servil, creemos que será precisamente desde la república de las letras que la nación dará el vuelco definitivo. Todo esto para llamar la atención acerca del hecho de que las conversaciones que se están dando, con un carácter estrictamente socio-político, a las cuales ha llevado no sólo una voluntad democrática inquebrantable y ejemplar, sino también una situación de imposibilidad de tapar el sol con un dedo y que, como el mismo dedo puede configurarlo, no tiene que ser ese dedo el que va a señalar, en adelante, el rumbo de la luz. No es difícil pensar que con los arreglos, los cuadros políticos van a tener una configuración distinta a la que se ha venido manejando hasta la fecha como medio de mantener el orden y la concordia. Ahí es donde los cuadros accesorios de la sociedad van a tener que mostrar lo que tienen para mantener su voluntad de dignidad política. Del mismo modo que el cartel del papel higiénico y el de los cuadernos ha empezado a estar en el ojo de huracán, lo mismo debería empezar a suceder con el de la energía, con el de los servicios públicos en general y con el de las finanzas que amenazan torpedear el anhelo de dar el salto en infraestructura que el país necesita.
Si Colombia no pertenece a ese grupo en el que Rusia, Canadá, China, Francia y Brasil están mostrando las contradicciones que la llamada clase media puede llevar, según la configuración político-social y económica, a una nación (el caso de China es emblemático: mientras allí pertenecer a la clase media equivale a ser rico aquí, con la diferencia que ese rico que tiene libertades y privilegios puede llegar a ser un haragán que no se sacrifica veinticuatro horas al día para responder por sus obligaciones laborales y mantener sus aspiraciones sociales, sociedades como la de Canadá y Francia muestran que las diferencias e inequidades sociales son causantes de gran perturbación al desarrollo, por contraste de que Rusia y Brasil son naciones de extensiones grandiosas y un potencial enorme que no puede dar más por los escollos que Colombia intenta salvar: Corrupción, deseos de conseguir todo fácil y rápido y una falta enorme de capacidad crítica para distinguir las cosas que los medios de comunicación nos vende como necesarias de aquellas que son sutilezas a la hora de pertenecer a un nicho social e intelectual) a la proyección en la que la contradicción del esfuerzo político, según el cual un sector de la sociedad, que ya perteneciendo a un cuadro privilegiado, ha caído en el infortunio de que miembros destacados de su sociedad fueron víctimas de la violencia y que habiendo llegado a una dignidad política tal que le ha permitido a alguno o algunos de ellos detentar el cargo más importante de la nación, se aferren a una voluntad opositora que más que una voluntad de lucha muestra un sentimiento innoble, por cuanto podrían hacer más poniendo una actitud positiva sin contradicciones; y otro sector, que empezando a lograr sus primeras cosechas se vea en situación de sándwich que pudiera desgastarle o desanimarle, debe ser por algo. Hay que hacer que la sapería siga haciendo sonrojar a los camaleones, que son los lagartos de la PAZ.






























































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