jueves, 4 de febrero de 2016

DECLARACION DE TERMINOS




DECLARACION DE TERMINOS

Si cuando estaba bueno, y sano, y conforme con mi pequeñez y el sufrimiento de afecto que de ello deriva, pues echaste en el cesto del desprecio y de la risa (ecológico cesto sociológico, pues, los cestos donde echar protagonismos, vanidades sin por qué, voluntades de poderío como simulacros de seres inválidos) mi sentimiento de valor puesto que lo cifraba en el ser y no en el tener y todos mis esfuerzos por validar todo lo bueno, admirable, digno de resarcimiento te los robaste de la manera más vulgar, te equivocas, de cabo a rabo, infame mundo si calculas o esperas que toda mi capacidad de ser, de soportar, de levantarse, ahora que estoy disminuido y con la fecha de vencimiento cada vez más inútil de negociar por un poco de amistad, o de respeto, o de generosidad,  la voy a invertir en seguir regalando mis valores, mis talentos, mis desasimientos, como una espera de la limosna de un sentimiento de solidaridad, de compañía o de honestidad. Ahora si, mundo perro, puedes burlarte a tus anchas y puedes ignorarme y puedes hacer notar tu basurero de posesiones; ahora si, con conocimiento de causa, te podes robar lo tu mana depredadora te permita, pues si un hueso de viejo, que todavía conserva, el secreto de la salamandra -aunque sea solo como un tímido balbuceo de los principios perdidos y en vía de extinción- a diferencia de muchos, jóvenes, arrogantes, airosos en cuya fuerza está creciendo el germen del poder de lo algorítmico sin formula ni protocolo, el poder de la proliferación de lo extravagante, de lo in-humano, de lo maquinal desbocado, de la creencia llevada por los espejismos, de la capacidad crítica domeñada por un abandono sin reflexión compensada por una dicha que se devora cada instante dejando al ser y su certeza exhausto, para hacer sentir que ese ente no es el mismo sino otro que no sabe de si, ni de la voluntad de rumbo.  Ahora puedes  tirar el último  sentimiento de humanidad a la ribera de un devenir que cuando menos lo pienses estará despojada de toda identidad. Ahora puedes cubrir con la mueca de la risa sin carne en el rostro la idea de que la humildad no es un acto de política para con el prójimo, sino un auto de fe en si mismo, pues, cuando el sentimiento de poder se cifra en la actitud de engaño y señuelo con la que tejes una red con la que te proteges del mundo y de los ataques de la fuerza, es porque tu capacidad de en-tendimiento solo ha actuado por reacción y no por reflexión. Ahora bien, cuando un pensamiento tal de soledad inmensa y de total separación del todo viviente es posible, tiene que deberse a que las propias ramas hermanas del tronco a la que esa rama pertenece, se han corrompido de tal modo, que el tirano ya no es el afuera ominoso y amenazante, sino el si mismo perdido y sin sensibilidad alguna y eso ya es el colmo.         

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