jueves, 6 de noviembre de 2014

HEY: Did you appen to see the most beatifull girl in the world


http://youtu.be/ew9-Pq3Wsk



DE UN PEZ LITERARIO A LA CARNADA
Perdóname por comerme, una vez más, la carnada: “Si alguien no cae en ti, eres un fracaso como tentación”. Si caí; sólo que caí cuando aún no eras tentación. Yo, como el pez de María Mercedes Carranza en el prólogo a uno de sus primeros libros, quería escoger mi oportunidad de morder el anzuelo. Yo creí en ese momento que eras La Poesía, ahora eres sólo poesía. Y es que, claro, el olor de la carnada era embriagador: La inteligencia. Tú no alcanzaste a percibir que en lugar de caña hundida en un lago incierto, podrías ser una linda flor para ser admirada, cultivada, acariciada y, finalmente, no cortada pero si, quizás, visitada en los estambres para recolectar ese polen que es el instinto de que allí puede haber buen material para la miel. Fueron sólo timbres. Pero yo ya no era un chico atrevido que timbra y se excusa de que allá no viva ni vendan pastelitos calientes, Era otro medio hijueputa que timbra y sale corriendo a esconderse. O tal vez si, era un medio hijueputa pero no de los que putean sino de los que son puteados; entonces, para conservar la poca de dignidad que un hombre educado puede mantener, sólo podía timbrar para averiguar si allí habían puesto un clasificado: “No se necesita experiencia, ni títulos, ni recomendaciones”. Uno vive lleno de justificaciones. Que bueno, que quizás se hubiesen podido dar buena candela –ella desde la jerarquía y uno desde la confianza en la inteligencia y nobleza-; que habría podido hacer una o dos obras de caridad saltándose las políticas corporativas para acceder a un archivo o dejando de cobrar por un aviso institucional y habría podido encimar un café dejándose entrevistar acerca de todos esos guiños para esa cantidad de tiburones y peces espada que están buscando ensartar lo que se encuentren y, bueno, también se hubiera podido encarrilar una cierta tendencia a hacer psicoanálisis. Si, el aroma era irresistible, pero uno tiene que aprender cuando el aroma a orín de clase es de esos que se han ido adquiriendo a través del conductismo de los elegidos y de los privilegiados y cuando ese mismo aroma tiene un matiz que se adquiere en los contrastes de valores y antivalores. Se puede tener estilo sin dinero pero no se puede tener dinero sin estilo; sólo que de acuerdo al estilo podrá brillar el dinero: Los burros cargados de oro siguen siendo burros aunque respetados, pero solo es un ejemplo; los dos podíamos presumir de nuestro estilo aunque fuesen reputeados en lo reputado. Sólo que uno a veces se pregunta: ¿Se quiere repatriar la reputación luego de haberse exiliado en la perdición? o mejor ¿se quiere opacar la perdición después de transparentarse en la no-reputación? ahí es cuando el estilo no escribe sino que chuza y se debate; pero es una solemne tontería: El artista como sufridor es el mismo santo luchador que no quiere aureola, solo quiere su arte y su amor, lo que lo hace más meritorio.
Perdón poesía, las carnadas comidas no me han engordado pero me han nutrido amargamente tardes, sueños y madrugadas.

f

No hay comentarios:

Publicar un comentario