jueves, 17 de abril de 2014

PREGUNTAS Y RESPUESTAS INTELIGENTES



Como a las cinco treinta escuchaba a mi apreciado compatriota Jaime Andrés Monsalve en la Radio Nacional de Colombia y ante su comentario de que su Gabo personal tenía más referencia en los  '"amores difíciles" que plantean cierto tipo de cuentos frente a obras acabadas que levadas al cine -como Crónica de una muerte anunciada- plantean polémicas de amor-odio y que -por ejemplo- la langosta azul podría llevar una mejor perspectiva', uno de los primeros ensayos cinematográficos de Gabito, frente a la pregunta de su compañera de set cuyo nombre se me escapa (preferí esperar a embriagarme con el vino de la cena en lugar de irme a negociar mi final por treinta monedas), se me escapó un "vaya que respuesta inteligente". Pero ahora, poco después de las ocho vuelvo a escuchar a mi mismo anfitrión radial que, frente a la pregunta de su partner a Jorge Franco de si él tendría, aparte de su estilo, un sucesor de Gabo, mete baza recordando que alguna vez el nobel colombiano dijo que 'este es uno de los autores a los que me gustaría pasarle la antorcha'; entonces me ha tocado lamentarme: mi bueno e ilustrado comentarista quizás ha aprendido de la inteligencia glamurosa, pero no sabe nada de inteligencia táctica. Con todo respeto por el autor de Paraíso Travel -que confieso no he leído y que de su Rosario Tijeras pude decir a ojo de cubero -bueno o malo me importa un buen vino con hielo- que era una excelente forma de aprender el arte de los culebreros, pues a falta de Hollywoods buenos son guiones, pero que su respuesta también me ha parecido de excelente factura, pues, al decir que el fenómeno Gabo tiene mucho que ver con el momento por el cual las grandes editoriales ponen sus ojos en latinoamérica, puesto que el boom de dictaduras militares y el BOOM  de hombres inteligentes pero demócratas, además de plenos de gusto universal, que con sus invenciones estaban mostrando que no siempre el palo sirve para que entre la letra, antes bien sirve para borrarla y hacer borregas, y que el diluvium de obras, autores, editoriales y gustos haría muy difícil, pero nada raro que de entre los autores saliese alguno que sorprendiese sin necesidad de parecerse al lamentado personaje. Entonces me ha dado en pensar que Gabos sólo habrá uno; personalidades como la de él, quizás muchas, incluso más explosivas, más polémicas, más mediáticas, más sangrientas y más hipnopédicas; pero personalidades literarias como la de él, en la que el don -escaso y divino- de plantear las grandes preguntas de la existencia, los grandes misterios y fascinaciones del lenguaje, los grandes espejismos de la política, quizás esté en manos de alguno que vilipendiado y burlado por todos, solitario y resignado a que los grandes trampolines se resorten a sí mismos en la gran piscina de la aridez, quizás esté dada ya hace tiempo. Mi buen amigo -con el cual no me saludo por los mismos problemas del trampolín: aridez de medios, no de agua- acaso esté defendiendo cual de las muchas piscinas con las que es bueno hacer buenas migas, pero no es bueno salir con semejantes bikinis.

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