sábado, 17 de diciembre de 2011

TIEMPOS MODERNOS

Parecía embrollado, pero en realidad estaba furioso:
— ¡Qué cosa!, ¿no? andar uno liado con tanto cacharro- Ella apenas sonreía complacida y no tenía empacho en dejar cierto aire autorizado de desprecio con sus ojos zarcos y sus zancudas patas de modelo con el buche pelado entre falda y blusa que ponía a la gallina piel de uno en evidencia.
— Disculpe usted; ya veo que no es usted muy comunicativa que digamos y, bueno, no quisiera molestarla, pero como salta a la vista que usted es una persona culta me veo obligado a intentar conseguir una opinión más para la encuesta que realizo...- acomodó sus paquetes de modo que ni siquiera la rozara, sin dejar de reparar en el entorno de la que era la novedad en el transporte de la metrópoli: un nuevo tranvía eco-eléctrico con comodidades insospechadas: puertos USB en cada puesto; terminales para toda clase de embelecos tecnológicos y hasta tapaojos virtuales que consistían en una luz reflexiva que suave e inocuamente cegaba para no ver ni ser visto a los ojos, además de una pequeña pizarra electrónica engastada.en el espaldar a modo de atril para escribir y transcribir datos. Como ya se había inventado la forma de seccionar electro- magnéticamente el espacio, podía accionarse el botón de música ambiente para escuchar en su íntimo espacio la música de sus dispositivos sin necesidad de auriculares, claro que eran lujos excepcionales que se pagaban como el impuesto de congestión –pagar por ingresar en zonas restringidas en ciertos días para determinados vehículos-. Era diciembre pero ya no se hablaba de navidad o algo parecido –excepto en las clases bajas que seguían pagando transporte masivo y contaminante- sino más bien de temporada de fin de año- ...es acerca de las preferencias literarias actuales- Ella acomodó sus manos de pianista sobre el bolso que reposaba sobre las piernas y que dos minutos antes ocupaba el sitio que penosamente él había logrado que ella le otorgara casi como un favor- apuesto a que usted todavía lee entre saga y saga historias románticas ¿pero, no gusta leer también acerca de brujas? (como vos; que ¿te crees que por bella tenés derecho a ocupar todos los asientos?) decía la voz silenciosa de aquel otro que los miraba desde el fondo de unos ojos indescifrables; bueno, digo porque todos seguimos siendo un poco niños y nos gusta sentir el pulso acelerado de vez en cuando –decía la voz cortés que no podía expresar su fastidio porque se daba a sí mismo ínfulas de gran político- y es que acaso ¿que tengo yo de niña? No me gusta leer frivolidades –Le retembló un poco la voz y se apagó el brillo sarcástico de los ojos tratando de disimular un repentino interés- Él retiró sus ojos intensos y los posó sobre su muñeca –vaya, ¡un reloj tan fino y no funciona!- evidentemente la intermitencia de los dos puntos digitales se había detenido calculablemente en diez segundos antes –o será que el tiempo está corriendo tan rápido que el reloj no alcanza a registrarlo- Esta vez era él quien tenía un brillo sarcástico pero severo en los ojos.
El desconcierto que en cinco segundos miró de hito en hito reloj, calle y salida con intermedio en pasajeros le permitió decir cuando se levanto pidiendo permiso: Confirmado, ¡tiene algo de niña!

No hay comentarios:

Publicar un comentario