Por más que rodeado de besos y mimos
por más que un ejército de almas sin tacha
embalsamen el aire ausente y levanten un baluarte
con su tanto más sincero odioso perfume de plegarias;
por más que las mejores plumas de tu entorno
sacrifiquen su vuelo y fino canto
para servir de alfombra a los escombros,
uno se muere solo.
Por más que la más sofisticada máquina
con los aúlicos de gobiernos poderosísimos
del protocolo de uso y el velo y de los huesos se
haga
cargo,
uno se muere solo.
Sólo uno es el que siente el viento desdeñoso
de ese soplo con nombre monstruoso
con cara de autopista y gesto victorioso
tan humillantemente generoso de paisaje
Vida de manos llenas
en tus esquinas mezquinas uno se muere solo
y sólo cuando tu faz de mujer con todas las
virtudes
la del jadeo y la ternura, la de futuro apartes
del espejo
podrá momento advertir la verdadera vía y compañía
el multitudinario cortejo de los que contigo otean
la
frontera
y se te ovacionan al paso hierático de recuerdos
felices
y dolores de tu yunque con el hierro de los otros
y con el fuego triunfante con su estandarte
misterioso
uno se muere solo.
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