viernes, 17 de agosto de 2018

NUESTRA SEÑORA DE LA BONDAD



“Hasta a mi estaba empezando a costarme trabajo entender qué quería decir Proust exactamente. Esas decenas de páginas sobre la pureza de la sangre. La nobleza del genio con relación a la nobleza de la raza…todo aquello me parecía una verdadera cagada”
Michel Houellebecq
Las partículas elementales

Ya sin manto, ya sin aura, ya sin santoral
con su paso tardo e indolente
por los caminos se muestra
Nuestra Señora de la Bondad.

Repartiendo bendiciones del dios de la fórmula
un dios que en huesos y senos tiene el imán,
Dios te bendiga, dice
Nuestra Señora de la Bondad
y al despistado enseña por las autopistas
los números de la lotería
con métodos de la fe que no son de fiar
en la aún dulce cara de una niña bazuquera
que los acaba de pisar como si dijera:
Ah, musas, ah fortuna, ah valores
tan deleznable todo de un gusto a otro
¡ver claro ya, para qué! Mi foto a piacere
en un papel tirado por decepcionar.

Ya sin mando, ya sin rosario, ya…
¡sin tanga!
inadvertida se muestra
Nuestra Señora de la Bondad
en los pliegues marcados de su ser más íntimo
a veces confundida entre las noticias de los diarios
con Nuestra dulce Dama de la Vanidad,
del brazo de algún inglés famoso
bajo cuya capa de la reputación empieza a ralear
el dulce día y bienaventurado en que por clase
la llamó Dame Kind,
por los azores y azares desfila
Nuestra Señora de la Bondad…
de una colegiala que la saca de la cartera y le dice:
Ojo, pues, que él no quiere sombrero
y me lo voy a fornicar.

Nuestra Señora de la bondad se agita, aún
en las arrugas resignadas de una tristeza antigua
y es muy asidua a vérsela agitando la niebla de la locura
con la hélice vertiginosa de la rabia contenida
que le roba la divina gracia, esa mentira tan verdadera
que incluso la araña fiera usa para urdir su tela
una apacible selva donde se recluye, marimbera
tocando dulces acordes, Nuestra Señora de la Bondad



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