Que
la patria de los poetas es su lengua, dicen los apotegmas
Sí,
pero no esa lengua que se hace fotografiar en el lago de la
trivialidad
Espejo
tonto de las enes y las emes
Copulándose
en la boca muda y sin vientre
Con
el silencio riéndose en sus fríos monumentos
Y
la música pidiendo limosna para sus pobres prostitutas
No,
la patria de los poetas es es el torbellino tallado por el anca de la
muerte
En
el papel eterno de los soles y el cansancio de la horqueta de la
incertidumbre
La
patria de los poetas es esa que toca los pífanos a cada nueva visita
Del
mismo príncipe demudado en rostro voraz
Que
pretende saciarse de todos los misterios y las profecías
De
todos los imposibles y de todas las locuras...
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