Las galopantes campanas del tiempo lloran
Por aquellas mustias flores del amor
que agonizan respirando el aire de las certezas
de corazones que no saben leer manuales
donde se consignan las reglas
para beber el rocío de cada pétalo
que a su mañana dueña se niega a regar
y se entrega al viento
su propio manojo de hierba
y es manco ese viento
sólo sabe beber de cada atajo de risa que se encuentra
esa enseña de calavera que piratea siempre el arrojo de cada soledad huérfana.
Que las sabias retortas lejanas
repartan el premio
donde la razón sin razón dio látigo a la angustia
para calmarla
como si ese numero de la formula
cargara los dados que tiran los elementos
mientras se cuentan sus amores secretos
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ResponderEliminarGracias por su comentario, amigo. Voy a darme una pasada por vuestro blog y te comento. Por ahora veo que, según el pavo real de tu última entrada manejas muy bien la multimedia pero no lo he visto. Un saludo.
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