martes, 13 de diciembre de 2011

LEYENDO PERIÓDICOS

Acaso a nadie le importe enterarse que tengo
pequeños terrores que vienen sin aviso:
El guión de rasgadura de pasquino que dice
peligro: te pueden acusar de atentar
contra el patrimonio cultural efímero
porque la tensa cuerda que mantiene
las ansias de desinformación en su sitio
al pulsarla en consuno con agentes de la poesía
-el Nóbel de literatura 2011 en artículo-
ha dicho: vi-deo y como el trueno que trina
con voz de melancolía en picadillo de vidrio
[de lógica
para que la flor de la campiña distinga
la monotonía del cielo diáfano
igual que el invierno gélido
y retiemble con el siguiente paso:
en Manizales, sin saberlo
pues al respaldo mensajero sueco
-tradutore traditore-
establece contacto directo:
la afasia, ese dique improvecto y tritón
que repone la pata sin contar el invento
y el sastre eterno que amable te dice
para cuando más o menos
va a tenerte listo el traje definitivo
por simple contraste de simpatía
entre hemiplejía parcial y libre movimiento
Nóbel y libertad; quijotismo y nombre propio:
“quien mucho anda y mucho lee:
mucho ve y mucho sabe”
no importa que los muñones del cerebro
ahora digan: no se estila intercambiar
tarjetas personales
ahora basta chocar Ipods y Iphones
para brindar por los atrasos neuronales
puesto que crear el chip que lorea
sinapsis y catálisis de fluidos
no es igual que vibrar con la chispa
que produce la poesía
en intercambio a distancia
y sin fórmulas de amigos.

II
(Apilando ladrillos)
A veces el espíritu llega y nos dice:
Toma, empaca, rotula y distribuye;
otras veces nos tira material a los pies
y se engríe: comprende, reúne y deslumbra
y ¡que va!:
¡Qué mamarracho el dibujo!
que mediano el relumbre
y adentro la piedra angular
el comprendo pero no lo vendo:
Me diste apenas el mínimo de testosteronas
en contraste, dotaste este adminículo pobre
de una dosis generosa de neuronas:
esto con que hacer aquello;
el relámpago que prueba
que no es la palabra la que enloquece la fuerza
sino la fuerza la que enloquece la palabra
por más que fuese ella disfrazada de logos
la que gravitase sobre la nada
por eso de hinojos ante tu nada eficiente
me ufano de tu inútil todo
y pido niña tu misericordia
porque maduro el barro
me cerró el foco.
(La flor de la campiña
nunca necesitó conocer la calle
en que nació Swedemborg
ni la teoría de las correspondencias
por la misma razón de la foto que le enviaron Novalis
y Hölderlin).

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